La distancia es tan real como imaginaria, ¿sabés?
Lo que ahora está cerca o acaba de pasar
en cualquier momento se vuelve completamente ajeno,
como estar borracho y transpirado en una noche de verano
en medio de una avenida casi desértica.
15.000 kilómetros son tan contundentes como 8 años,
y no me puedo quitar la sensación de que todo fue un sueño.
¿Te acordás de cuando salíamos a caminar
y de que tanto hablar me dabas dolor de cabeza?
¿Te acordás de cuando nos robamos ese espejo?
Levantamos la persiana de metal del negocio,
lo sacamos y lo escondimos debajo de un camión
para agarrarlo más tarde.
Todavía lo tengo, pero sin colgar.
Eras súper blanco
y no tenías casi pelo en la cara
pero sí bastante en la cabeza, muy lacio.
Un día me dijiste que te gustaban
mis brazos venosos
y yo pensé: "qué tipo copado,
¿quién puede decir algo así?"
Ya nada me queda aquella época.
Ni amigos, ni conocidos,
ningún testigo de que lo que pasó pasó.
A veces me acuerdo de vos
y me pregunto si alguna vez nos volveremos a ver,
para robar algo juntos
o quemarnos el cerebro hablando.
No quedó ningún testigo:
sólo un espejo sucio y mis brazos venosos.