El extrañamiento del mundo es un lugar que pensé para darse cuenta de que lo nuevo es inagotable, de que nunca se acaba. Que siempre hay algo más donde pensábamos que habíamos visto bien. Para darse cuenta de que siempre hay cosas de las que podemos darnos cuenta.
Eso es lo que espero que les pase a ustedes al leerlo, que es lo que me pasa a mí. A partir de una canción, de un comentario, de una anécdota, de una lectura o de un simple cambio en el aire me voy, me extraño a un lugar. Un lugar que no se puede explicar sino sólo vivir. Un lugar donde todo es lo mismo pero no es lo mismo, donde se te refunda la percepción. Un lugar donde puede parecer que no hay nada, pero del que yo me traigo algo, que son estas historias.

sábado, 2 de abril de 2011

Demian

La distancia es tan real como imaginaria, ¿sabés?
Lo que ahora está cerca o acaba de pasar
en cualquier momento se vuelve completamente ajeno,
como estar borracho y transpirado en una noche de verano
en medio de una avenida casi desértica.
15.000 kilómetros son tan contundentes como 8 años,
y no me puedo quitar la sensación de que todo fue un sueño.

¿Te acordás de cuando salíamos a caminar
y de que tanto hablar me dabas dolor de cabeza?
¿Te acordás de cuando nos robamos ese espejo?
Levantamos la persiana de metal del negocio,
lo sacamos y lo escondimos debajo de un camión
para agarrarlo más tarde.
Todavía lo tengo, pero sin colgar.

Eras súper blanco
y no tenías casi pelo en la cara
pero sí bastante en la cabeza, muy lacio.
Un día me dijiste que te gustaban
mis brazos venosos
y yo pensé: "qué tipo copado,
¿quién puede decir algo así?"

Ya nada me queda aquella época.
Ni amigos, ni conocidos,
ningún testigo de que lo que pasó pasó.
A veces me acuerdo de vos
y me pregunto si alguna vez nos volveremos a ver,
para robar algo juntos
o quemarnos el cerebro hablando.
No quedó ningún testigo:
sólo un espejo sucio y mis brazos venosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario