El extrañamiento del mundo es un lugar que pensé para darse cuenta de que lo nuevo es inagotable, de que nunca se acaba. Que siempre hay algo más donde pensábamos que habíamos visto bien. Para darse cuenta de que siempre hay cosas de las que podemos darnos cuenta.
Eso es lo que espero que les pase a ustedes al leerlo, que es lo que me pasa a mí. A partir de una canción, de un comentario, de una anécdota, de una lectura o de un simple cambio en el aire me voy, me extraño a un lugar. Un lugar que no se puede explicar sino sólo vivir. Un lugar donde todo es lo mismo pero no es lo mismo, donde se te refunda la percepción. Un lugar donde puede parecer que no hay nada, pero del que yo me traigo algo, que son estas historias.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Intimidad

Cinco tipos tirados semidesnudos en una cama mirando la tele a la tarde. Un calor que todo lo pegotea y el diluvio infernal afuera. La chatura del aire se reconcentra aplastándolos más y más contra el colchón, confundiéndolos como un amasijo de a ratos indiferenciado. Ésta es tu pierna, éste es mi brazo, ¿ésta es tu cara? No, no, la mía, boludo.
¿El pudor? El aburrimiento lo pulverizó hasta perderlo por ahí, dejándoles sudor, olor y eructos. ¿Qué decir de tanta promiscuidad asumida, naturalizada, apenas percibida? De a fogonazos la retacean, sacándole el cuerpo o, más bien, poniéndoselo para que ya no importe nada de nada. ¿Y los He-Mans, los Duravit, los soldaditos de plástico?
¿Eso es porro? La indecible sensación de ser parte.

Intimidad.