El extrañamiento del mundo es un lugar que pensé para darse cuenta de que lo nuevo es inagotable, de que nunca se acaba. Que siempre hay algo más donde pensábamos que habíamos visto bien. Para darse cuenta de que siempre hay cosas de las que podemos darnos cuenta.
Eso es lo que espero que les pase a ustedes al leerlo, que es lo que me pasa a mí. A partir de una canción, de un comentario, de una anécdota, de una lectura o de un simple cambio en el aire me voy, me extraño a un lugar. Un lugar que no se puede explicar sino sólo vivir. Un lugar donde todo es lo mismo pero no es lo mismo, donde se te refunda la percepción. Un lugar donde puede parecer que no hay nada, pero del que yo me traigo algo, que son estas historias.

sábado, 26 de febrero de 2011

La cosa Y la palabra

El reflejo distorsionado
sobre la puerta pintada con látex.
"Qué poco poético," dirás,
"usar la palabra 'látex' en un poema"

Pero cuidado.

Primero, no sé si esto es un poema.
Lo escribí así, pero, ¿es poético?
¿Es poémico? ¿Quizá poemático?
¿O problemático?

Segundo, ¿por qué no 'látex'?
¿Acaso alguna vez tocaste algo pintado con látex?
Es una sensación de lo más extraña:
sentís que te deslizás por la superficie como si nada
y al mismo tiempo te sentís densamente embadurnado en ella.
Los dedos empantanados mientras se resbalan.

¿Viste, además, una luz apuntado
a una superficie con látex?
Es la imágen impresa sobre el blanco.
El blanco de siempre pero como un espejo,
aunque irrompible.

¿Y nunca oliste el látex recién pintado?
Viaje asegurado.

Entonces, ¿por qué no 'látex'?

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