El extrañamiento del mundo es un lugar que pensé para darse cuenta de que lo nuevo es inagotable, de que nunca se acaba. Que siempre hay algo más donde pensábamos que habíamos visto bien. Para darse cuenta de que siempre hay cosas de las que podemos darnos cuenta.
Eso es lo que espero que les pase a ustedes al leerlo, que es lo que me pasa a mí. A partir de una canción, de un comentario, de una anécdota, de una lectura o de un simple cambio en el aire me voy, me extraño a un lugar. Un lugar que no se puede explicar sino sólo vivir. Un lugar donde todo es lo mismo pero no es lo mismo, donde se te refunda la percepción. Un lugar donde puede parecer que no hay nada, pero del que yo me traigo algo, que son estas historias.

martes, 4 de septiembre de 2012

La célula de las células

Hoy me pregunté porqué al estornudar no me deshago en mil partes,
en una explosión que inicia el desarraigo,
como en el principio de los tiempos.

También me pregunté porqué al pasarme la mano por la cara no me desparramo todo
¿Qué impide que me esparza por mí mismo,
callada y generosamente?

Es un enigma que al dar cada paso no deje un rastro de mí tras mí,
una estela de piel desperdigada,
un spray de sangre invisible.

Tampoco entiendo cómo al hablar no me espiro en la nada,
en partes medidas y sofocantes,
en un montón de verbos desaparecientes.

La percepción de las cosas condena los cuestionamientos
y en la célula de las células sigo.
Pegando y despegándome de las paredes,
vuelta a acá,
marcando los límites de la existencia,
marcandoyo, marcándome.
En la célula de las células.

Pero, ¿por qué yo?

Porque vos.

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