El extrañamiento del mundo es un lugar que pensé para darse cuenta de que lo nuevo es inagotable, de que nunca se acaba. Que siempre hay algo más donde pensábamos que habíamos visto bien. Para darse cuenta de que siempre hay cosas de las que podemos darnos cuenta.
Eso es lo que espero que les pase a ustedes al leerlo, que es lo que me pasa a mí. A partir de una canción, de un comentario, de una anécdota, de una lectura o de un simple cambio en el aire me voy, me extraño a un lugar. Un lugar que no se puede explicar sino sólo vivir. Un lugar donde todo es lo mismo pero no es lo mismo, donde se te refunda la percepción. Un lugar donde puede parecer que no hay nada, pero del que yo me traigo algo, que son estas historias.

martes, 17 de abril de 2012

De las incertidumbres todas, esta es la más horrible.
Es un crepitar en las tripas,
un burbujeo en la garganta,
una inhalación apurada por la nariz,
y después dolor de cabeza.

Las noches son puro calor,
agitación en el revuelo de las sábanas,
y, me tapo o no?

Veo a través del vidrio de la ventana y es pura oscuridad.
Como el agua turbia de una ciénaga que se congeló,
me tapa la vista, pero me devuelve el reflejo,
tan estúpido y azorado,
del ensayo de muecas para la foto.

Oigo a lo lejos una pelea,
y ya veo el desenlace trágico
con disparos y alaridos y uno o dos muertos.
Mañana nada de eso aparecerá en los diarios,
pero igual me reconforta mi frondosa imaginación.

Se cuela una corriente en el cuarto y me pregunto:
Me tapo o no?
Antes de dormirme no sé si va a hacer frío,
y es posible que me despierte tiritando en la madrugada,
pero también es posible que me encuentre envuelto en el
calor de las mil estufas legendarias que nunca sentí.
Aclaro: que nunca sentí.
Entonces, me pregunto otra vez:
me tapo o no?


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